WE COULD STEAL TIME JUST FOR ONE DAY

Bernardo Gonzalez from Generali EspañaS.A. de Seguros y Reaseguros
In 2010, I had a heavy workload, financial difficulties and we were expecting our second child, and suddenly my boss told me that I had to prepare a report for an international workshop to be held in Israel. It was organised by Migdal, a local insurer that Generali used to control. A colleague was unable to go and I was to go in his place. Another burden on our backs, I thought.
The day arrived, and we landed in the middle of that hot summer, amidst the biggest security operation I had ever seen.
These were intense days of presentations and exchanges. There were people from almost all the countries where Generali has branches: Jews, Muslims, Catholics, Protestants, non-believers. During the breaks, we exchanged information about our respective cultures, typical foods, football (the World Cup was starting and we were winning) and our way of doing business. It seemed that we had become lifelong companions.
On the last day we visited Jerusalem, the holy city of the three great religions. We visited the Great Mosque, the Western Wall, the Via Dolorosa. And Gethsemane, with its two thousand year old olive trees and the echoes of Jesus' prayer. It was impossible to escape the memories of my childhood, the stories of my grandmother and the Hollywood films. For a moment I was alone, away from the group, in the shadow of the church. A cool place and a dazzling light on my face. An indescribable peace came over me, with a whirlwind of thoughts. From the past and for the future. It took only a few seconds, but it seemed like hours. In this unique place, I made a firm and courageous decision: to face all future problems, whether personal or professional, with peace of mind, following the example of so many exemplary predecessors.
Thanks to Generali and its multinationality and diversity, I was able to visit a unique place and had an overwhelming personal experience that still moves me ten years later.

WE COULD STEAL TIME JUST FOR ONE DAY

En 2010 tenía una gran carga de trabajo, dificultades económicas y esperábamos a nuestro segundo hijo, y de repente mi jefe me indicó que tenía que preparar un informe para un taller internacional que se iba a celebrar en Israel. Lo organizaba Migdal, aseguradora local donde Generali tenía históricamente control. Un compañero no podía ir, y yo lo haría en su lugar. Un peso más en las espaldas, pensé.
Llegó el día y aterrizamos en aquel caluroso verano entre las mayores medidas de seguridad que yo hubiera visto.
Fueron días intensos de ponencias e intercambio de opiniones. Había gente de casi todos los países en que Generali operaba en ramos corporativos: judíos, musulmanes, católicos, protestantes, no creyentes. En las pausas intercambiábamos informaciones acerca de nuestras culturas respectivas, de comidas típicas, del futbol (empezaba el mundial que al final ganamos), y de nuestro tipo de negocio. Parecía que habíamos sido compañeros de toda la vida.
El último día había prevista una visita a Jerusalén la ciudad santa de las tres grandes religiones. Visitamos la Gran Mezquita, el Muro de las Lamentaciones, la Via Dolorosa. Y Getsemaní, con sus olivos dos veces milenarios y los ecos de la oración de Jesus. Imposible sustraerse a las memorias de la infancia, a las historias de mi abuela y a las películas de Hollywood. Por un momento quedé solo apartado del grupo, a la sombra de la iglesia. Un lugar fresco y una luz tornasolada en el rostro. Me invadió una paz indescriptible, con un torbellino de pensamientos. Del pasado y para el futuro. Fueron unos segundos, pero parecieron horas. Tomé una decisión de firmeza y coraje en aquel lugar único: afrontar con tranquilidad cualquier problema futuro, fuera personal o profesional, con el ejemplo de tantos antecesores ejemplares.
Gracias a Generali y su multinacionalidad y diversidad pude visitar un lugar único y tener una experiencia personal sobrecogedora que aun diez años después me emociona.