And may they be much more
-Well, that's great! A bench. Already for life.
-No, Grandma. It's not a bank, it's an insurance company.
-Well, but you get out of the cold.
That was his obsession, that I wouldn't be cold.
-Your grandfather was very cold on the trains, and so were your uncles and aunts.
- Yes, grandmother, I've been through it too," he tried to get in on the act in his monologue.
And we, when the "estraperlo," cold and much sacrifice, but never hungry.
Then no one could stop her, with the exchange of beans for sugar, rice for bread or wheat for oil. The ending was always the same.
-Well, thank goodness your grandfather knew Don Julián, the insurance man.
-Well, that's why I told you, Grandma. That I'm going to work in the same job as Don Julián.
- He's already retired!
-Yes, but the company is the same.
-Look what a good person he was, and how he helped us.
In fact, he was the delegate of Generali in our province and my grandfather, who was above all very skilled, acted as his advisor. In those years, being an agent was hardly known.
I still remember them adjusting the accounts, the sums dragging the addends, and everything upside down. What a capacity for numbers. At the end, they always ended with a glass of wine.
When Don Julián left, my grandfather explained to me that he only did the basics, and if anything was complicated, he would come. Once an inspector came from Madrid to check a very large life insurance policy that Don Cesáreo, the pharmacist in the square, had taken out.
Those were hard years, but my grandfather managed to raise his family and provide for them comfortably. The relationship with Don Julian and his company helped: Generali.
Now, after half a lifetime in my company, because although we are peons, I consider it my company, I am very proud to be part of your staff.
It has also been a hard few years, dealing with claims, selling on the street, working behind a desk as a technician and dealing with the public. But always with the illusion that at the end of the day the job is done, with the satisfaction of having done the best I could and with a clear conscience.
Years give you the ability to see things from a different point of view, experience solves almost all situations and if you show interest, you learn something new every day that you can use in your work.
As a service company, our client expects their problems are solved and, get that, or at least that the insured takes that feeling, is the reward.
We want a customer for life, we now proclaim it, and we strive to achieve it, but this is something that has always been done since time immemorial. how else could this company have been one of the leading companies in Europe for one hundred and ninety years?
Wow, I started to ramble on about my beginnings in this house and almost ended up reciting the Decalogue of Good Manners. I am coming to the end of my journey, and yet I hope that my journey can continue for many years to come, helping and bringing the experience I have gained. There is still an important stretch of work to be done.
Because it is important not to be left in the cold, but even more important to know that whoever is helping you is the same company that helped my grandfather and his family when they really needed it.
FRL / April-2021
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Y que sean mucho más
Voy en el tren, camino a la Territorial. Esta tarde me entregan la placa de los veinticinco años en la empresa. ¿Quién me iba a decir a mi hace ese tiempo que ese momento iba a llegar? Aún recuerdo a mi abuela cuando le conté que empezaba a trabajar en Banco Vitalicio, me dijo:
-¡Qué bien! Un banco. Ya para toda la vida.
-No, abuela. No es un banco, es una compañía de seguros.
-Bueno, pero te quitas el frío.
Esa era su obsesión, que yo no pasara frío. Con esa retahíla empezaba su historia.
-Tu abuelo pasaba mucho frío en los trenes, y tus tíos también.
- Ya, abuela, yo también lo he pasado -intentaba meter baza en su monólogo.
-Y nosotros, cuando el estraperlo, frío y mucho sacrificio, pero hambre nunca.
Entonces ya no la paraba nadie, con los cambios de judías por azúcar, de arroz por pan o de trigo por aceite. El final siempre era el mismo.
-Menos mal que tu abuelo conoció a don Julián, el de los seguros.
-Pues por eso te lo he dicho, abuela. Que voy a trabajar en lo mismo que don Julián.
-¡Si ya se jubiló!
-Sí, pero la compañía es la misma.
-Mira que era buena persona, y cómo nos ayudó.
En efecto, era el delegado de Generali en nuestra provincia y mi abuelo, que sobre todo era muy hábil, le hacía de avisador. En aquellos años, lo de ser agente apenas se conocía.
Aún los recuerdo ajustando las cuentas, las sumas arrastrando los sumandos, y todo de cabeza. Qué capacidad para los números. Al final, siempre terminaban con un vaso de vino.
Cuando don Julián se marchaba, mi abuelo me explicaba que solo hacía lo elemental, y si había algo complicado, venía él. Incluso una vez vino un inspector de Madrid para un seguro de vida muy grande que se hizo don Cesáreo, el farmacéutico de la plaza.
Eran años duros, pero mi abuelo consiguió sacar a su familia y mantenerla con suficiente holgura. En ello ayudó la relación con don Julián y la compañía de este: Generali.
Ahora, después de media vida trabajando en mi empresa, porque aunque somo peones, yo la considero mi empresa, me siento muy orgulloso de pertenecer a su plantilla.
También han sido años duros, tramitando siniestros, en la calle con la venta, y detrás de una mesa como técnico y atendiendo al público. Pero siempre con ilusión y llegar al final del día con el deber cumplido, la satisfacción de haberlo hecho lo mejor posible y la conciencia muy tranquila.
Los años te dan el poso de ver las cosas con otro punto de vista, la experiencia resuelve casi todas las situaciones y si muestras interés, cada día se aprende algo nuevo que utilizar en tu trabajo.
Como empresa de servicios, nuestro cliente espera que se le resuelvan sus problemas y, conseguir eso, o por lo menos que el asegurado se lleve esa sensación, es la recompensa.
Queremos a un cliente para siempre, de por vida pregonamos ahora, y nos esforzamos en conseguirlo, pero eso es algo que se ha hecho desde siempre. ¿Cómo si no iba a llevar esta empresa ciento noventa años entre las más punteras de Europa?
¡Vaya!, he empezado divagando con mi inicio en esta casa y casi termino recitando el decálogo de buenas costumbres. Estoy llegando a la estación y, sin embargo, espero que mi viaje pueda continuar muchos años más, para ayudar y aportar la experiencia acumulada. Aún queda un trecho importante en la vía del trabajo para seguir sumando.
Porque es importante no pasar frío, pero aún más, saber que quien te ayuda es la misma compañía que le echó una mano a mi abuelo y su familia cuando realmente lo necesitaba.
FRL / abril-2021